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Homosexualidad y mundo rural

    A través de nuestro servicio hemos tenido ocasión de contactar con muchas personas que viven en ciudades pequeñas y pueblos, tanto de la Comunidad de Madrid como del resto del Estado. Sus circunstancias, han sido y son, distintas de las que podemos encontrar en aquellos que viven en una ciudad grande. 
    La primera diferencia es la posibilidad del anonimato en una ciudad grande frente al hecho de que “todo el mundo se conoce” en un pueblo, La normalización de la homosexualidad y transexualidad en nuestro país no ha concluido en ningún sitio, ni en las grandes ciudades ni en las pequeñas poblaciones rurales; es una labor que llevará mucho tiempo y mucho esfuerzo de todos. Pero está claro que en una ciudad grande tienes la posibilidad de vivir tu condición sexual “sin levantar sospechas” tan solo con salir de tu barrio, seguramente muchos pensareis que no es la manera más honorable de proceder pero a muchos de nosotros nos es más sencillo y fácil actuar de esta manera y ocultar a nuestros vecinos cercanos nuestra condición y solo convertirnos en homosexuales al llegar a Chueca o a los sitios de ambiente de cualquier ciudad grande. Esta posibilidad no existe en un pueblo, suponiendo que en tu pueblo halla un sitio donde se reúnen los homosexuales y lo frecuentes, ya sabes que todo el pueblo sabrá en poco tiempo que vas por allí.
    Hoy en día sigue habiendo prejuicios sociales y la homosexualidad sigue estando estigmatizada, aunque es cierto que lo es por minorías intolerantes que no respetan a los demás y que no terminan de asumir los valores democráticos. Debemos estar alerta ante cualquier intento de revisión o retroceso en nuestros derechos.
    Vivir la homosexualidad con discreción es una opción que debe tomar cada uno libremente, porque nadie puede exigirnos que estemos justificándonos y pidiendo perdón por nuestra manera de ser toda la vida. Las burlas, la ironía o la violencia forman parte nuestro curriculum y por eso el sometimiento, la ocultación y la persecución las hemos padecido a lo largo de la historia y hoy sigue siendo así en gran parte del mundo.
    Muchas personas que nos contactan y nos hablan de sus diferentes situaciones en lugares pequeños coinciden en algunas cuestiones, por ejemplo suelen decirnos que casi nadie sabe de su condición, aunque a veces pueda ser evidente, “pero yo no lo digo…” y suelen concluir con un “ya he aprendido a vivir así” y lo que más triste me parece a mi es que estas frases no solo te las dicen personas de edad sino que hay jóvenes que tienen también asumida esa realidad.
    Es evidente que hay muchas otras personas que viven su realidad sin cortapisas, y son cada vez más, y es cada vez más habitual ver aceptada la homosexualidad y transexualidad sin ningún problema en muchos pueblos, pero siempre hay que estar atento a cualquier posibilidad de homofobia por parte de alguien.
    Desde nuestro servicio se hace difícil en muchas ocasiones ponernos en su situación sin juzgarlos y pensar que ya está todo hecho y que la normalización de las personas lgtb es total, aquí y en todas partes, pero no es así porque qué le podemos decir a alguien que nos llama desde un pueblo apartado de Andalucía y nos pregunta, con cierta ingenuidad “si es cierto que en algunos bares de la capital los camareros están desnudos o incluso los clientes pueden estar también desnudos…” más allá de que esta pregunta nos pueda parecer banal, tenemos que entender que esta persona (y no es un caso aislado os lo aseguro) está sola, muy sola, en un pueblo lejos de cualquier ciudad grande y que no tiene, ni ha tenido, posibilidades de salir de ahí.
    Naturalmente, Internet, ha sido una tabla de salvación para muchos de nosotros, porque ese aislamiento se reduce infinitamente, aunque la red no sea siempre ideal y podamos encontrar páginas homofóbicas  que pueden hacer mucho daño.
    Hace un tiempo me llamó una chica de Aranda, pueblo bastante grande, que me preguntó si era cierto que ya no editábamos la revista “Entiendes” que ella recibía por correo, le dije la verdad, ya no la editábamos porque no teníamos dinero para ello y que la íbamos a poner en nuestra web por internet…, ella me contestó llorando que “no tengo Internet y la única manera que tengo de estar al día de la actualidad del mundillo LGTB es a través de la revista que recibía de vosotros…” os imagináis la situación? Sois capaces de poneros en su piel? Y no de me digáis que os iríais del pueblo, porque no es tan fácil.
    Nos escribió una persona, por correo electrónico, desde un pueblo de Ciudad Real con cuarenta y cuatro años que nos pedía ayuda porque “llevo muchos años encerrado en un cuerpo que no quiero” en su pueblo no tenía posibilidad de contárselo a nadie y “necesito ayuda para saber que debo hacer y como hacerlo”. También nos indicaba que cuando estaba sola se vestía de mujer pero no siempre porque vive con su madre, además estaba en el paro y no tenía recursos para operarse… 
    Podríamos seguir poniendo muchos ejemplos más, los que os he relatado son verdaderos aunque no hemos puesto nombres y los sitios no son exactamente esos para preservar la intimidad de estas personas.
    Vivir en una población pequeña donde todo el mundo se conoce no es fácil y se puede convertir en una verdadera cárcel para muchos de nosotros, tendríamos que intentar salir de las grandes ciudades e intentar acompañar a estas personas para que puedan tener una vida más libre.

Ángel García-Pascual
Voluntario de «Gay-Inform, Línea lesbos, Bi, Trans»

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2015: LA LUCHA CONTINÚA

Se acaba el 2014 y deja, para los anales del movimiento LGBTQ español, sucesos que, sin riesgo de exagerar, podemos calificar de históricos. A 2014 lo recordaremos por las nuevas conquistas, muchas de las cuales eran impensables hace apenas unos años. Pero, también, por los muchos sinsabores que nos recuerdan que la agenda por los derechos LGBTQ está tan vigente como el primer día y que la lucha debe continuar con el mismo afán.
Digo histórico y pienso, ¡cómo no!, en la recepción que los reyes Don Felipe y Doña Letiziaofrecieron, en junio, a representantes de distintas entidades sociales: por primera vez miembros de organizaciones de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales fueron recibidos por nuestros jefes de Estado. Y esto en lo que alguna vez fue la residencia oficial de Francisco Franco, que criminalizó y hostigó a los homosexuales a través de la Ley de Vagos y Maleantes.
En febrero, el Congreso de los Diputados declaró, por unanimidad, al 2014 “Año por elreconocimiento de los derechos humanos de las personas LGBT” y condenó la persecución y criminalización del colectivo en cualquier lugar del mundo.Ese mismo mes, en Madrid,la apertura del centro social de la Fundación 26 deDiciembre, orientada a atender las necesidades de nuestros mayores,uno de los colectivos LGBTQ más vulnerables y abandonado, hacía realidad un sueño largamente esperado. La fiesta del orgullo reunió en julio a más de un millón de personas en las calles de Madrid y volvió a ser la manifestación más multitudinaria a nivel nacional, muy a pesar de los ya tradicionales intentos de sabotaje por parte del gobierno regional: fue un nuevo pulso contra los prejuicios oscurantistas de algunos cargos políticos en el que la dignidad, como dijimos en su momento, volvió a ganar.
Desde Andalucía, y algo después Canarias, 2014 trajo buena luz sobre la población transexual, al aprobarse en sus respectivos parlamentos leyes que despatologizan la transexualidad e intentan garantizar los derechos del que ha sido, por ignorancia y prejuicios, el grupo más olvidado y discriminado. Madrid, en cambio, fue la nota discordante al bloquear el Partido Popular (PP), en mayo, la tramitación de la proposición de Ley “reguladora del derecho a la identidad de género y a su libre desarrollo sin discriminación”.
En octubre Cataluña marcó un hito al aprobar, con los votos en contra del PP, la “Ley de derechos de las personas lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (LGTB) y para la erradicación de la homofobia, la lesbofobia y la transfobia”. A ésta precedió, en abril, una norma en Galicia contra la discriminacióncuyo texto final terminó siendo, más que una ley, una declaración de principios sin mayores posibilidades de trascendencia, al quedar eliminadas las sanciones propuestas en el proyecto original por presiones del PP. A nivel nacional, y gracias una vez más al bloqueo del partido de gobierno, ni la propuesta para impulsar una “Ley integral contra la LGTBIfobia y por el respeto a la diversidad sexo-genérica” ni la de una Ley integral de transexualidad llegaron a buen término.
En 2014, la crisis económica continuó sirviendo de excusa para cercenar derechos a la población LGBTQ, especialmente en lo que se refiere a atención socio-sanitaria. Así por ejemplo, en el mes de noviembre se oficializó la exclusión de las mujeres sin pareja varón en los servicios de reproducción asistida del Sistema Nacional de Salud. Por su parte, los recortes continuaron afectando a buena parte de la población diagnosticada con VIH y a las necesarias campañas de información y prevención.
A mediados de diciembre, el Ministerio del Interior presentó el primer protocolo de actuación policial para erradicar la discriminación y la violencia por delitos de odio. Es nuestro deseo que ésta sirva para luchar de forma más efectiva contra este tipo de actos que, de acuerdo a cifras del propio organismo –presentadas por primera vez este año-, se ceba con especial saña sobre las minorías sexuales: de un total de 1.172 incidentes registrados en 2013, 452 fueron por causa de la orientación o identidad sexual de la víctima. Todo parece indicar que 2014 cerrará con un incremento importante de estos ataques: durante todo el año nos han llegado noticias de agresiones, algunas de tal gravedad que han requerido de intervenciones quirúrgicas o han dejado, además de las psicológicas, secuelas físicas permanentes. Han ocurrido, incluso, en el propio barrio de Chueca, corazón de la vida LGBTQ de Madrid.

Estos ataques representan, para quienes día a día luchamos por un mayor respeto a la dignidad humana, la parte más macabra del balance. La que, en la España de 2014, no debería ya aparecer. Pero está allí, haciendo sonar las alarmas, no para atemorizarnos y hacernos renunciar a nuestros derechos (como seguramente es la intención de más de uno de los atacantes) sino para recordarnos, una vez más, que aún en tiempo de cosechar lo trabajado, la lucha continúa. Desde el Servicio de Información de COGAM seguiremos, en 2015, aportando nuestro granito de arena en esa descomunal batalla por un mundo más humano, más digno y respetuoso con la diversidad.
Por Moisés Martín
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ADOLESCENCIAS TARDÍAS

Hombres y mujeres homosexuales de diferentes edades unidos por una vivencia común, una nueva etapa en la que se encuentran que les hace sentirse extraordinariamente bien o no: su adolescencia tardía.
    ¿Qué ocurre cuando uno tiene 40 años, o 50 o 60 y decide que por primera vez se va a dar la oportunidad de ser aquella persona que en realidad es? No es que se sienta poseído por una nueva identidad sino que esa que permaneció amarrada, oculta en su interior se abre camino y siente el permiso para expresarse por fin.

    Cuando ese sentimiento llega lo hace con una fuerza imparable y ni la propia persona es capaz de frenarla. Puede que despierte por un estímulo exterior, algo ocurre fuera que te desequilibra y tomas conciencia de que el momento ha llegado. Puede ser una persona, un hecho o una experiencia vital que te lleva a plantearte qué quieres vivir y quién quieres ser… por fin.
    No importa el cómo sino el dónde nos coloca. La emoción y las ganas de vivir por fin tu identidad, de dejar de ser tu mayor desconocido y empezar a ser tú crea una activación interior que te arrolla y te catapulta al exterior. Y aquí empieza todo. Es una etapa nueva, de descubrimientos, de búsquedas y de nuevos códigos. Quieres relacionarte, conocer a tus iguales y formar parte de ellos. A la vez quieres sentir y experimentar todo aquello que tanto negaste. Sentir el deseo, expresarlo, vivir las atracciones por el otro y también los enamoramientos, preparado para todo lo que tenga que venir.
    Esta nueva etapa es un momento de revolución y de transformación vital y como todos necesita de un tránsito. A veces es vivida como el paso de un extremo a otro como quien se pasa toda su vida a dieta y un buen día se da el permiso para quitar la restricción… quiere probarlo todo, olerlo, sentirlo, digerirlo… Puede que le lleve al otro extremo, es normal el paso de un extremo al otro y puede que entonces tenga atracones e indigestiones varias… aprenderá a comer, sin duda, es un proceso que requiere de un tiempo.
    Como tal adolescencia es un momento de búsqueda de identidad y de conductas que tienen que ver poco con la razón y mucho con la autoafirmación y las emociones.
    Puede darse expresiones que tienen que ver con la exaltación, las ganas de experimentar, ensayo y error,  que se traducen en relaciones breves y cambiantes, bajo nivel de compromiso, apertura a tipos de relaciones nuevas, enganche a estímulos fuertes y excitantes, relaciones basadas en la admiración e idealización por el otro… ¿no nos suena todo esto realmente a adolescencia?
    Hombres especialmente de 40 o 50 años que empiezan su vida como gays y rompen con todo. Abandonan viejas estructuras y redes para crear nuevas que se lanzan a conocer a otros hombres, maduros o jóvenes con quienes  celebrar  la asunción de su nuevo estatus. Que no salte ninguna alarma, no creemos estados de excepción… todo lo que les está pasando es absolutamente normal. Las experiencias son regalos que nos trae la vida y por más ridículas o extremas que parezcan, todas tienen sentido.
    Tienen que ver con mecanismos adaptativos que se producen como respuesta a procesos internos muy profundos de cambio. La única dificultad puede ser que nos quedemos ahí, que nos identifiquemos tanto con esa etapa que sintamos que ese es nuestro lugar.
    Igual que la adolescencia da el relevo a la etapa adulta así entiendo que estos hombres y estas mujeres que en ella se encuentran un día pasarán a la siguiente y la recordarán con la chispa que tuvo.
Avanzar como siempre es lo importante, pero hacerlo desde lo vivido y experimentado, sin negar nada y aceptando cada tiempo como viene y con lo que nos ofrece.
    Cuando pase la agitación y la tormenta llegará la pausa y el cielo abierto para crear nuevas relaciones, nuevos vínculos y para sentir que estamos en nosotros y que estamos realmente vivos. Adelante con ello.
Por Marta Pascual – Sexóloga y Psicóloga
Espacio Sexológico
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Bisexualidad: una visión personal

La bisexualidad entró en mi vida bastante tarde y ha sido un reconocimiento a mi propia historia personal. Cuando me descubrí bisexual, todo cuadró de repente y me sentí en paz. Es bastante habitual, por lo que he visto hablando con otr@s bisexuales y por mi propia experiencia, el haber sentido confusión al intentar por todos los medios adaptarte a la norma ya sea heterosexual u homosexual. Yo “he sido” hetero y homo en varias fases de mi vida y esto fue un gran problema para mí, de forma que en cierta manera introyecté muchas opiniones bifóbicas que nos rodean constantemente: esto es inmadurez, no eres una persona seria, estás descentrada etc…


Hace dos años, leyendo artículos sobre la orientación sexual, de repente comprendí que estaba intentando reducir al absurdo mi propia emocionalidad e instintividad. No tenía que escoger. Es más, hoy en día pienso que el hecho de tener que escoger una etiqueta de las que se vienen utilizando no es un “proceso natural” en sí mismo. Las etiquetas no son más que palabras que definen conceptos en una determinada escala social y antropológica, no son fenómenos de la naturaleza. Es más una consecuencia de nuestra necesidad de nominar los fenómenos naturales y clasificarlos dentro de categorías para poder controlarlos, aunque sea intelectualmente. Pero se debe ser consciente de que en este proceso se reduce y se  simplifica la realidad de la vida. Por ejemplo, las etiquetas hetero y homo son muy reduccionistas y dicen poco de las personas implicadas en una relación, porque sólo aplican al sexo biológico de quienes se emparejan. Es mucho más importante qué tipo de personas son, qué roles asumen dentro de la pareja, qué estilo personal desarrollan dentro de esa unión. Estamos poniendo el foco en el lado equivocado al fijarnos tanto en el sexo biológico de las parejas y menos en el fondo de las personas que las constituyen, la dinámica que las construye y el motor emocional que las mueve.
Hace ya más de 50 años que Kinsey propuso el continuum de la sexualidad humana y todavía andamos así, intentando explicar algo tan rico y complejo en código binario de ceros y unos. En mi opinión, el problema de base viene de que dicha simplificación se ha buscado ex profeso desde tiempos inmemoriales por diversas razones sociales y políticas. Por el contrario, pienso que la sexualidad humana debe compararse con otros fenómenos plenamente “humanos” como el lenguaje o la inteligencia conceptual. Sobre estas bases, he explicado un modelo de sexualidad humana en varios foros LGTB de las Universidades en Madrid. 
 
 
La historia de la descripción de la inteligencia humana se parece bastante a la de la sexualidad. No hace tanto, pongamos 30 años, en los colegios españoles se hacían “test de inteligencia” a los niños, que salían del invento con una etiqueta para toda la vida llamada cociente intelectual. En este caso, las categorías no son homo/hetero sino que el numerito se traducía socialmente en: tonto, medio tonto, normal, listo, superdotado. Ya solo leerlo, con nuestros ojos de siglo XXI, resulta horripilante. Por suerte, Coleman y otros han explicado que la inteligencia humana no puede reducirse a una categoría, definida por un número, que proviene de un test que se hace un día. La inteligencia humana es un fenómeno diverso (no hay una sola inteligencia), todas las personas disponemos de varios tipos de inteligencias a la vez y, además, dichos talentos se desarrollan con el tiempo. En el desarrollo de la inteligencia influye también, como es bien sabido, el entorno social y familiar, la historia del individuo con las oportunidades o desgracias que ha vivido, y finalmente su forma de relacionarse con el mundo y con otras personas. Muy parecido a lo que sucede con el mundo emocional y sexual. Lo contranaturasería suponer que los seres humanos, que se caracterizan por esta multiplicidad de talentos desarrollándose de forma diversa y plástica a lo largo de la vida, sean monocordes e inmutables en las emociones y la sexualidad. Pienso que esto implica una contradicción tan fundamental, que urge explicar que las personas somos mucho más que las categorías y las perogrulladas con las que muchas veces nos intentamos identificar.
 
 
En este sentido, la mal llamada bisexualidad(porque el nombre se basa en un modelo binario reduccionista), puede servir al mundo como la punta de lanza para explicar una visión del hombre y las relaciones afectivas completamente nueva, abierta y enriquecedora. En definitiva, más real.
Por Isabel Portero
BLOG Isabel Portero

 

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La invisibilidad de los Mayores LGTB

Cuando una persona quiere mostrarse a los demás, intenta que se manifieste lo mejor de sí mismo, su lado bueno, sus mejores cualidades, físicas, y de todo tipo de valores, deseando,como mínimo, caer bien a la primera. Los mayores no podemos ser competitivos con los jóvenes, en una sociedad en la que la buena imagen física, la belleza juvenil es primordial. Los mayores LGTB nos dejamos ver poco, pero… ¿se nos desea ver? Digamos que esto es, también, cosa de dos. La mirada del otro, pasa de largo, casi siempre, sea directamente o a través de una cámara fotográfica o de vídeo sin pararse en los mayores.

“SOMOS INVISIBLES Y ADEMÁS NOS HACEMOS INVISIBLES”

A la generación actual de mayores LGTB, las libertades conseguidas por tan larga y densa lucha de nuestros colectivos nos han llegado algo tarde, cuando teníamos demasiadas cicatrices de miedos, persecuciones, discriminaciones familiares, escolares, laborales, cuando no detenciones policiales o penas mayores. Iniciamos nuestra vida en medio del oscurantismo, y de la represión total, del rechazo social a nuestra orientación sexual, desde  la niñez. La consecuencia natural es intentar pasar desapercibido tanto estando solo como en grupo. Todos hemos elaborado nuestros mecanismos de defensa para poder seguir viviendo y no deseamos perderlos, lo cual conduce a la soledad, sobre todo, porque, por ley de vida, nos han desaparecido nuestros familiares e incluso los amigos más queridos.


La mayoría de nosotros no hemos construido nuestra propia familia, vivimos solos  y de la soledad se puede iniciar un camino peligroso, incluso, hasta el  abandono de nuestro propio cuidado personal. Por eso, tal vez, necesitamos más que nadie una mano amiga, que no nos rechace por nuestra doble condición de mayores y de pertenecer al colectivo LGTB…

¿Cómo se puede conseguir esta ayuda? ¿Quién va a comprender a cualquiera mejor que un similar? ¿Con quién se puede estar relajado, sereno y a gusto aunque sea en una mínima relación de camaradería? Con el semejante, con quien no es preciso justificarse, ni competir, solamente estar, es decir con otras personas de nuestro colectivo que posean unas características afines.

Aplicando los porcentajes de la escala de Kinsey a nuestros Mayores, se obtiene que somos, en nuestra Comunidad de Madrid, varios miles de personas LGTB, unas viven solas, muchas, por cierto; otras tantas residen muy armarizadas, en el trasfondo de un armario muy oscuro y profundo, en el que no existe el más mínimo lazo de unión ni de solidaridad con nadie. Hay quien puede tener alguna enfermedad, o discapacidad más o menos severa. ¿Con quién hablan? ¿Con quién se relacionan? Solamente una minoría, muy minoría, está sociabilizada entre sus compañeros LGTB…


Estos son unos pocos matices de la invisibilidad del Mayor LGTB, como el de no creernos nosotros mismos las libertades conseguidas o el temor a que no nos puedan ser aplicadas a nuestra propia situación  y, el miedo al rechazo de nuestro entorno más próximo.
Es el momento de intentar paliar esta problemática.

LOS MAYORES LGTB… TAMBIÉN EXISTIMOS

Con nuestras deficiencias pero también con muchas ganas de seguir contribuyendo a la sociedad y más concretamente a las personas de nuestro colectivo, a hacernos visibles, no solo en pequeños grupúsculos sino como el número importante que somos, es decir conseguir el EMPODERAMIENTO de los Mayores LGTB, y que por fin un día, no lejano, desaparezca esa situación que tanto daño nos hace la INVISIBILIDAD.

Por Ramón Arreal
Coordinador del grupo de Mayores de Cogam